En oratoria, a lo largo del curso, debemos de hablar varias veces en público delante de toda la clase, bien sea haciendo un monólogo o una simple lectura.
Claves para leer en público
1. Un discurso leído suele resultar menos cautivador
Resulta más difícil mantener la atención con un discurso leído que cuando lo hemos preparado y lo decimos sin leer. Por tanto, conviene realizar la preparación de la lectura teniendo esto en cuenta para leer en público y que las personas no pierdan el hilo.
2. ¿Por qué sucede esto?
Al leer, nuestro cerebro está concentrado en hacerlo bien, en que no se escape una letra, una coma, es decir, requiere un esfuerzo adicional, con lo cual, la mayor parte de la atención del que lee se centra en desentrañar el mensaje escrito. En cambio, cuando improvisamos, aunque estemos concentrados en qué vamos a decir, se trata de nuestro registro natural y tenemos mayor expresividad con la voz.
3. Al leer tendemos a mantener un ritmo constante
En general, salvo que lo hagamos de forma consciente, apenas se producen variaciones en nuestro ritmo ya que cuesta más dejarse arrastrar por las palabras o hacer pausas como las que hacemos para pensar.
4. ¿Cómo no sonar plano en un discurso leído?
Tratando de expresarlo como si fuera la primera vez que: Lo pienso, lo leo, lo digo, lo escucho.
Es decir, conectando con esa emoción de lo desconocido, con la sorpresa que produce un contenido la primera vez que uno se expone a él.
5. Jugar con el volumen
Para aprender a leer en público y mantener el interés, además de vocalizar y pronunciar correctamente y de variar el ritmo, debemos jugar también con el volumen. Cuando uno lee, la tendencia es a mantener un volumen constante, sin embargo, al hablar subimos y bajamos la voz y ganamos en musicalidad. Es necesario tratar de leer como hablamos.
6. Formas de lograr que una lectura conecte con la audiencia
6.1 Calentar la voz antes de empezarEs necesario mover los músculos, la parte física para pronunciar mejor y ganar agilidad.
6.2 Familiarizarse con el texto y con vocabulario afín al texto.
Uno puede hacer varias lecturas del texto hasta que se sienta muy cómodo y se haya integrado en su totalidad; que no haya ninguna parte en la que uno se trabe. Si no fluye, no hay que intentar corregir la forma de leerlo, sino modificar el texto para que no tenga obstáculos, escribir esa parte de una forma más coloquial, más fácil de contar. A veces hay que “peinar” un texto hasta que queda fluido; ese trabajo conviene que lo haga la persona que lo va a leer, aunque otro haya escrito el documento. A veces es simplemente cambiar una coma, dar la vuelta a alguna palabra, hacer frases más cortas…
7.Practicar una lectura espontánea
Una vez que conocemos el texto, hemos practicado lo suficiente y hemos hecho ejercicios con vocabulario afín, llega la hora de practicar una lectura espontánea.
Pasos: Levanto la cabeza, miro a mi audiencia y digo el texto, vuelvo a leer y levanto la cabeza para verbalizarlo
8. Respirar
Recuerda dejar pausas para la respiración.
¿En qué momento vamos a aprovechar para tomar aire y hasta cuándo tiene que durar ese aire?
Este ejercicio es muy interesante porque no se le puede dar un determinado ritmo al texto si no hay momentos en los que poder respirar.
Fuentes de información: